MFT 02x13: The One With The West Wing
En la última entrega del blog (a long, long time ago, but in this very galaxy) mencioné de pasada que había empezado a ver The West Wing. Tan de pasada que siento que no le hice justicia en absoluto, así que hoy vengo a enmendar ese error (y a contaros alguna cosa más, que ya tocaba).
Mi amiga @urganda llevaba años insistiéndome para que viera The West Wing, pero su recomendación acababa chocándose siempre con el mismo muro: en plena era Netflix, la sola idea de ver una serie de 156 capítulos a golpe de DVD (teniendo que encontrar previamente un cacharro que reproduzca DVDs) o, casi peor, de tener que descargarse esos 156 capítulos con sus correspondientes subtítulos de la manera menos ilegal posible (🙄), era demasiado para mí.
Pero hace unas semanas, por suerte para ella (y, sobre todo, para mí), se me acabaron las excusas cuando Prime Video trajo The West Wing a España.
Confieso que empecé a verla con un cierto recelo (¿una serie de hace más de 20 años sobre política norteamericana?), pero el recelo me duró aproximadamente diez minutos. Quizás menos.
Porque sé que esto no es precisamente un cable de último momento, pero The West Wing es absolutamente brillante (además de sorprendentemente graciosísima cuando quiere serlo). Y, en los tiempos en los que estamos, es también un bonito recordatorio de que la política no tiene por qué ser necesariamente el horror que es ahora mismo.
Ya voy por la tercera temporada, habiendo dejado de lado casi todas las series que tenía pendientes de ver la última vez que pasé por aquí, y lo único que siento es no haber empezado a ver The West Wing mucho antes (porque, sin ir más lejos, dentro de unos días van a emitir un capítulo nuevo en el que va a reunirse casi todo el elenco original, y ni siquiera he podido ver el trailer por miedo a los spoilers).
Parece que esta historia acaba aquí, con la evidente moraleja “cuando alguien de cuyas recomendaciones te fías te insiste mucho en que veas una cosa, HAZLE CASO”… pero, sorprendentemente, aún hay más.
Ok.
Ok.
What’s next?
What’s next is… cuando le dije a @urganda que por fin estaba viendo The West Wing su respuesta vino a ser “vale, muy bien, pues ahora tienes que escuchar el podcast The West Wing Weekly, en el que van analizando la serie capítulo a capítulo y sin spoilers”.
Y, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, la mía vino a ser “uf, qué pereza, un podcast, ¿de dónde saco yo tiempo para escuchar otro podcast?”
Bueno, pues de debajo de las piedras si hace falta.
Hrishikesh Hirway y Josh Malina son geniales, llevan al podcast a un montón de invitados interesantísimos, te ayudan a entender mejor la serie y su contexto…
… y, además, escuchar The West Wing Weekly me está sirviendo para profundizar un poquito más en la relación entre Hamilton y The West Wing, que ya sabía que existía, pero que es muchísimo más grande de lo que me había imaginado. Desde frases literales de The West Wing en Hamilton hasta Lin-Manuel Miranda haciendo ESTO para The West Wing Weekly (cuidado, que tiene spoilers de las primeras temporadas):
Hablando de The West Wing Weekly… Hrishikesh Hirway tiene otro podcast, Song Exploder (que apenas he podido escuchar porque ya sí que no me da la vida para más podcasts), en el que grandes artistas hablan de la historia que hay detrás de sus mejores canciones.
Y hace un par de semanas ese podcast se convirtió en una serie en Netflix.
Y en el segundo capítulo, Lin-Manuel Miranda, Alex Lacamoire y Tommy Kail hablan sobre Wait For It.
Empecé a ver Ted Lasso (una serie sobre un entrenador de fútbol americano que ficha por un equipo de la Premier League sin saber nada de fútbol) esperándome chistes sobre el fuera de juego, conducir por la izquierda y lo malo que está el té.
Pero me encontré algo muchísimo mejor: una de mis series favoritas del año, una de esas series que te reconcilia con el ser humano, que te deja el corazón calentito después de cada capítulo. Ah, y también chistes sobre el fuera de juego, conducir por la izquierda y lo malo que está el té.
Lo que no me encontré, en cambio, fueron camisetas oficiales del AFC Richmond en ningún sitio. ¿En serio, Apple?
Una de las recompensas del Kickstarter de Thimbleweed Park, la última aventura gráfica de Ron Gilbert, incluía un Certificado de Absolución de Culpa por si habías pirateado en su momento Monkey Island y/o Maniac Mansion.
Cuando el mes pasado salió el Tony Hawk’s Pro Skater 1+2, uno de los motivos que usé para autoconvencerme de comprármelo a pesar de ser carillo para ser un remaster fue precisamente ése: a pesar de haber jugado muchas, MUCHAS horas al THPS2 en su momento, quiero recordar que no llegué a comprármelo nunca… así que comprarme ahora el THPS1+2, por más que quizás no fuera a jugarlo mucho, como poco me haría dormir mínimamente más tranquilo por las noches (muy mínimamente, las cosas como son).
Que no iba a jugarlo mucho, dice. Baste con decir una cosa: está TAN bien hecho que todavía me funciona la memoria muscular de cuando jugaba al THPS2 hace… casi 20 años (👨🏻🦳).
(obviamente, otro de los motivos para comprármelo fue esa banda sonora llena de temazos)
Y hablando de temazos, ahora sí, parece que por fin se acerca el nuevo disco de Charlotte Cardin:
The flentl…
Si por algún motivo todavía no te has suscrito, y quieres comprobar antes que nadie si soy capaz de escribir aunque sea una entrada más antes de que llegue el momento de hacer el resumen del final del año… ¿a qué estás esperando?